Migrantes en el mediterráneo. Tres breves reflexiones.

I

El migrante

La foto pertenece al tercer capítulo de la serie Migrantes del artista visual Marcelo Brodsky; como en todas sus obras, aquí también se entrecruzan arte y política. Aquí también una imagen creada para un uso es resignificada, intervenida, devenida pieza artística.
La imagen presenta quizá al sujeto político más extraño de nuestra contemporaneidad: el inmigrante. Pero no cualquier inmigrante, es el refugiado, el desplazado, el asilado. Su condición arrastra un crimen: no poseer pedigrí. La condena: verse transmutado en homo sacer.
En efecto, el refugiado, el migrante, el desplazado es, como sugirió Hannah Arendt, la figura política más misteriosa desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, otras guerras han sucedido, las colonias se han liberado pero el migrante queda.
Imagen vuelta gris, algunas ropas han sido coloreadas, intervenidas. ¿Qué llevan estas personas en sus manos, qué han traído? Lo “puesto”, lo que pudieron rescatar de sus lugares: una zapatilla, una mochila, ropa en bolsas quizá; otros, nada.
“El asilo es un derecho” reclaman los figurantes de la foto con palabras de Brodsky. ¿Quién es el sujeto de derecho cuando el homo sacer no posee derechos? O tan solo posee un derecho: morir pero no ser sacrificado.

II

El encuadre

Vemos la foto. Una imagen sobrevive: la última cena. En el centro, la niña; quizá temblando de frío. Nuestras miradas se dirigen a ella. El color agregado, un color vivo, resaltado, le da un aura particular: ¿la virgen de los migrantes?
En esta última cena –¿cuántos días pasaron de la penúltima?– no hay bendiciones para repartir ni traiciones que señalar. O sí, la traición del mundo libre que prometió libertad, igualdad, fraternidad.
Miradas hacia nuestra izquierda, hacia su derecha. ¿Qué miran? ¿Quiénes los miran? ¿Cómo los miran? ¿Cómo los miramos? ¿Como cosas? ¿Como humanos? ¿Acaso no remiten a los recién bajados del barco como mi abuelo Kiwa?
Todos somos inmigrantes, escribe Brodsky. ¿Lo somos? Hace cincuenta o sesenta años, quizá cien, nuestros antepasados también llegaron con lo puesto. Ese acto ha quedado olvidado. Hemos decidido borrarlo. Hemos decidido no ver.

III

Apropiación

Desde hace tiempo existe una tendencia en el documental: el cine de apropiación o el found footage, el metraje encontrado. Des-significar y resignificar imágenes. Este proceso puede ser leído de otra forma: des-politizar y politizar imágenes.
Las obras de Brodsky son imágenes apropiadas. Esta fotografía que habrá ilustrado una noticia ahora es pieza de arte. La intervención y firma de Brodsky vuelven la foto de estos migrantes obra artística.
La imagen es también un migrante. La imagen viaja, ya no en barco sino a través del ciberespacio, cambia, se recontextualiza y adquiere nuevos significados. Pierde y gana poder. En estos tiempos, quizá se vuelve trendtopic y luego se margina –como al migrante.
Intervenir una foto implica operar sobre ella, modificarla. En este caso, quitarle color, incorporar otros, añadir texto. Intervenir también implica observar, mirar, interpretar.
Intervenir es también tomar posición, politizar, romper el sentido común, la comodidad. Hacer ver, hacer visible lo invisibilizado en una época dada, nuestra época. Tomar posición implica no sólo ver sino mirar.
La serie Migrantes como obra de arte. El migrante en el museo resulta disruptivo, una inflexión, incluso una molestia. Deviene una pieza de arte más de la que la civilización se apropia, se adueña, ordena, admira, neutraliza.

Lior Zylberman