En la sociedad de la información, dónde la producción y circulación de visualidades contemporáneas asiste a una mercantilización del rostro, como operación propia de la mediatización digital de las imágenes, es la condición de su extrañamiento lo que posibilita una des-mercantilización del mismo y a la vez le otorga una nueva condición de identidad política.
Texto de Gabriela Pignataro